jueves, 12 de enero de 2017

I´m Free



I´m Free






Aquí lo tenéis. Es mi viejo. La pintura es lo que cada uno quiera. Unos miraremos al perro, otros a los brazos extendidos como sinónimo de libertad. Hay gente que considera un Miró, compuesto de un simple trazo en un lienzo de dos metros, como un despropósito. Pero luego están los pequeños detalles, aquellos que sólo van ligados a la sensibilidad de cada persona; a los que unos nenúfares de Monet o girasoles de Van Gogh, hoy sin valor calculable, en su época le dieron el valor que luego tendría, cuando eran considerados como aberraciones pictóricas, fuera de los cánones establecidos.
Algunos hemos tenido la suerte de crecer entre artistas. Mi Padre tuvo que elegir entre ser uno de ellos o, al igual que mi MADRE (que ya no está aquí), asumir que había que sacar adelante a cinco hijos como cinco soles, algo que hoy, con un mínimo de responsabilidad y a no ser que te guste el Opus, nadie se atrevería a plantearse. MAMA dejó de ser profesora de gimnasia y educarnos; PAPA nos prefirió a nosotros en vez de ser un pintor que cambiara cuadros por lavadoras, como muchos de sus colegas hicieron en la década de los 70, 80 y 90. Mi padre pintaba hijos, y en vez de sacar partido de sus obras, les ponía "puntos rojos" (indicativo que el cuadro estaba ya vendido) a obras valoradas en miles y miles de pesetas (ahora euros), antes de la inauguración.

Aquí os dejo el I´m Free de los Who, vinculado directamente con el cuadro de arriba

Una cosa es importante. Esta entrada de blog no servirá para nada. Para mi sí. Nunca olvidaré mi visita al Prado con apenas 10 años. El mismo año fui a este museo, una con el colegio y otra con mi progenitor. Perdónenme: un madrileño que no haya visto "Las Meninas" es un ignorante; su padre y madre son unos ignorantes. Sin ánimo de ofender, no me vale que vivan en el extrarradio, que excusen su presencia en un lugar como El Prado, lugar obligatorio para el devenir de tus hijos, cuando hacen cola para ver a El Bosco -he llegado a oir más de un comentario sobre su nacionalidad italiana, cuando era holandés- sin duda azuzados por el síndrome borreguil que caracteriza a este principio de milenio. No es que yo quiera alertar a la gente a que esté aborregada; pero no contemplar a Velázquez en todo su esplendor, no ser testigo de que el cuadro de "Venus comiéndose a un niño" (25x25cms), que todos llevamos tatuados en nuestra mente como gigantesco, o dedicar tu visita a admirar tan sólamente un cuadro de Rubens, que en tu libro de texto adquiría dimensiones inimaginables, nada más entrar en el Prado, a la izquierda, en la sala de los holandeses, lugar que mi Padre me regaló y que he visitado en soledad varias veces en mi vida, cualquier martes sin apenas público, mientras muchos de vosotros comprábais compulsivamente en el Primark.

Y para finalizar esta joyita. Blackbird. Brad Mehldau. Que es la que me pongo en El Prado






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